Según un dicho popular, “no hay nada más indefenso que una mujer con las uñas recién pintadas”. Pues bien, sin tomarlo tan literal, no podemos negar que esos minutos después de la manicura son eternos y nos impiden llevar a cabo muchas tareas.
El uso de uno o varios esmaltes, sin importar su calidad, implica que nos quedemos más quietas que nunca para no arruinar los decorados.
No obstante, esto suele ser un problema, porque casi siempre nos cuesta trabajo permanecer totalmente inmóviles mientras la pintura se seca por completo.