La cáscara de huevo posee un 94% de carbonato de calcio, constituyéndose en una gran fuente natural de calcio. Sin embargo, durante años se pensó que este calcio tenía una baja biodisponibilidad y por ello, aunque se consumiera en forma entera o pulverizada, el calcio que nuestro cuerpo podía aprovechar era poco.
Sin embargo, al analizar la dieta de países asiáticos, que en general son bajas en este mineral, se observó que sus niveles plasmáticos y depositados en hueso eran adecuados e incluso, los casos de osteopenia y osteoporosis, producidas principalmente por una baja ingesta de calcio, entre otros micronutrientes, eran bajos.